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Santa Cruz de Tenerife
Pedro Rodríguez Chinea lleva 50 años dedicado a la reparación y venta de relojes. Hace poco más de un año cerró su tienda de toda la vida en Rambla Pulido para, junto a su hijo, abrir La Relojería Suiza, en Tomé Cano. Un cambio que les ha permitido no solo seguir en una profesión en la que, como reconoce Pedro Rodríguez, “cada vez quedamos menos”, sino también ser responsables, gracias a un contrato con el Ayuntamiento de Santa Cruz, del mantenimiento de los relojes ornamentales de la ciudad y que están a cargo del Consistorio. Sin duda, el más conocido de todos es el Reloj de Flores del parque García Sanabria, reparado recientemente y que como reconocen los propietarios de esta tienda, “ha sido el trabajo más complicado al que nos hemos enfrentado”.
El experto relojero recuerda cómo temieron incluso que se tuviera que sustituir por completo el Reloj de Flores: “Es una pieza muy antigua y no teníamos ningún tipo de referencia a la que acudir para orientarnos en su reparación”. “La fábrica original del reloj ya no existía -continúa Rodríguez- y tuvimos que ponernos en contacto con distintas fábricas para que hicieran las ruedas del engranaje que necesitábamos”.
Al final, y después de más de cuatro meses, “lo logramos”. “Las hicimos en distintos puntos como Alemania o Viena y también gracias a la participación un colaborador que tenemos en la Península, experto como nosotros en lo que llamamos relojería gruesa”, añade Rodríguez.
Resto de mantenimiento
En total son seis los relojes ornamentales que están en las manos de este padre e hijo. La empresa Imesapi es la encargada de su mantenimiento y es a través de ella como La Relojería Suiza realiza
ese control gracias a una subcontrata. Los relojes en cuestión son los ubicados en el Mercado Nuestra Señora de África, Colegio Público El Chapatal, Colegio Estévez-Asociación de Mayores Abicore- La
Torre ( San Andrés), Colegio Público García Escámez, el ya citado Reloj de Flores del Parque García Sanabria y el ubicado en la fachada de la Sociedad de Desarrollo. Pedro Rodríguez se encarga de
realizar el mantenimiento integral de los relojes relacionados y que comprende un revisión mensual preventiva en la que se comprueba el buen funcionamiento de toda la maquinaria y sustitución de
todos los elementos defectuosos detectados como consecuencia del mantenimiento preventivo. También se cursa visita cuando se realizan los cambios de hora en verano e invierno.
El responsable de este mantenimiento reconoce que inicialmente esperaba encontrar esta relojería gruesa en peor estado de conservación pero se reconoce sorprendido. “Están en muy buen estado y la mayoría de las veces lo que hacemos son solo labores de limpieza y engrase”.
Pedro Rodríguez Chinea lamenta que esta profesión, la de relojero, está prácticamente en decadencia. “La gente prefiere comprarse un reloj nuevo a repararlo”. Reconoce que muchas veces los relojes de pulsera que repara vienen estropeados por una manipulación incorrecta: “Hoy en día cualquiera se cree capacitado para cambiar una pila y a veces rompen piezas por no saber”. “Ya quedamos muy pocos en Canarias que podamos desarmar un reloj y volverlo a montar o hacer una pieza a medida que se necesite”, añade.
En su tienda de Tomé Cano aún pueden verse piezas ya poco comunes, como relojes de cuco y de pared cuya reparación puede alcanzar los 200 o 300 euros. Como es lógico, La Relojería Suiza también tiene relojes a la venta además de llevar el servicio técnico de varias marcas en Canarias como por ejemplo el de la casa Marea.